miércoles, 2 de diciembre de 2009

TRAS LA HUELLA DE JUANA BORRERO


Hace cuatro años, antes de empezar a escribir mi novela inédita, Donde Empieza y Acaba el Mundo, visité Cayo Hueso, tratando de encontrar la tumba de Juana Borrero, pero recuerdo que era un domingo y no se encontraba nadie en las oficinas del Cementerio. Por mucho que caminé por entre las bóvedas del lugar, jamás encontré el famoso mausoleo del que me habló Mario Rivera cuando lo conocí. La prisa me hizo regresar a Miami el mismo día y las obligaciones me sujetaron de tal manera que empecé a escribir la novela sin haber visto la tumba. 

    Hace un mes, después de dar por terminada Donde empieza y acaba el mundo, tuve la oportunidad de volver a viajar de Miami, hasta el extremo Sur de Estados Unidos y regresé al Cementerio de Cayo Hueso para continuar la búsqueda, a pesar de que ya tengo escrito todo un capítulo donde describo un fabuloso mausoleo de mármol negro dedicado a Juana Borrero. 

   Para mi sorpresa, cuando el personal que allí trabaja me llevó hasta el lugar donde descansan los restos de la poetisa me encontré esta tumba sencilla y pobre que pueden ver en las fotos que están arriba. Recuerdo que Mario me habló de una piedra de mármol que él y un amigo mandaron a  grabar con dinero de sus bolsillos para honrar la memoria de Juana Borrero, pero siempre pensé que esta había sido una solución provisional, hasta que encontraran la manera de construir el famoso mausoleo.   

   ¿Debería dejar en la novela la narración de la tumba de la poetisa tal y como la escribí porque aunque sea en la imaginación, esa y no la real es la bóveda que merece la Novia Triste?. 

Carmen Duarte.  


1 comentario:

  1. Claro que deberías dejar ese imponente mausoleo en tu novela. Su tumba literaria tiene que estar construida a la medida de la obra de la poetisa y no a la medida de la realidad.
    Primero por principio, pues es precisamente eso lo que hace la poesía con lo que el poeta ve en su realidad y luego por travesura. Para que cuando los lectores vayan a visitar la tumba se encuentren con que la mentira literaria es un placer del imaginario y ua sorpresa para el lector.

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